lunes, 27 de diciembre de 2010

JOSQUIN DES PREZ: AVE MARIA

A partir de aquí vamos a seguir un orden más o menos cronológico, de modo que nos remontamos a esta joya polifónica de finales del S. XV que pone música al texto antiguo del Ave María; aunque el tema de la anunciación no sea estrictamente navideño, se supone que por ahí comenzó la historia que desembocaría en el nacimiento que estamos conmemorando.
Después de la letra hemos añadido un texto sobre esta obra del filósofo Eugenio Trías. Su lenguaje es un tanto enrevesado, pero tiene su interés.

Ave Maria, gratia plena.
Dominus tecum, virgo serena

Ave cuius conceptio,
solemni plena gaudio,
celestia, terrestria,
nova replet laetitia.

Ave cuius nativitas,
nostra fuit solemnitas,
ut lucifer lux oriens
verum solem preveniens.

Ave pia humilitas,
sine viro fecunditas,
cuius annunciatio
nostra fuit salvatio.

Ave vera virginitas,
immaculata castitas,
cuius purificatio
nostra fuit purgatio.

Ave preclara omnibus
angelicis virtutibus,
cuius fuit assumptio
nostra glorificatio.

O Mater Dei, memento mei. Amen

Uno de los grandes músicos que celebran los grandes temas marianos es el magistral Josquin des Près, que en su época —entre el siglo XIV y XV— fue comparado con Miguel Ángel. Quizás el más hermoso motete que sintetiza los grandes temas festivos de la Virgen María sea su pieza Ave María, Virgo Serena. En las versiones discográficas no suele traspasar los seis minutos.
Esa miniatura se halla, sin embargo, plagada de episodios musicales. Logra que los afectos, en lugar de paralizar el ánimo, se movilicen de forma dramática en una audaz declamación en la que el componente magistral parece quedar sobrepasado por el afán de conmover; y de hacerlo en forma puramente musical.
Alterna en toda la pieza la sucesión majestuosa de acordes, el contrapunto imitativo, la libre polifonía gozosa, y la alternancia de biciniae (dos voces al unísono, alternándose con otras dos). Pasajes de compleja polifonía se combinan con declamaciones homofónicas.
Los tres momentos retóricos propios de toda pieza bien lograda de la época, docere, movere y delectare —enseñar, conmover, deleitar—, se alternan en este magnífico motete, entrecruzándose en las distintas estrofas del mismo. Todos estos recursos concurren en la pequeña pieza. Se trata de una sinfonietta en cinco movimientos. 

EUGENIO TRÍAS (Extracto de un artículo publicado en ABC)

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