lunes, 1 de octubre de 2012

ENTRE DOS ÁLAMOS VERDES

El punto de partida de este "tono humano" (1) es un poema de Lope de Vega adaptado y puesto en música por su amigo y colaborador Blas de Castro. Posteriormente se difundió por la América hispana como parte del repertorio vocal y fue incluido en el "Códice de Fray Gregorio de Zuola", un cancionero de la ciudad de Cuzco, razón por la que en algunas grabaciones aparece descrito como pieza tradicional peruana. 

El original de Lope (que en realidad pertenece a una novela suya titulada "las fortunas de Diana") tiene algunas estrofas no incluidas en la canción; en cambio algunas versiones de esta última añaden otras dos, incorporadas abajo en cursiva, que modifican el tono un tanto fatalista del final dándole un giro esperanzador. Este tipo de alteraciones y variantes era habitual en las obras de transmisión oral. En cualquier caso es un claro ejemplo de cómo, en una buena canción, el texto y la música se potencian mutuamente produciendo en el oyente un efecto mucho más poderoso que la mera suma de esos dos elementos.

La interpretación de las dos componentes del grupo "Música temprana", que concluye en la segunda estrofa, nos parece un portento de sencillez, pureza y sensibilidad. Por lo austero de la grabación se diría hecha sobre la marcha, pero la concentración de las intérpretes en la esencia de su labor, su naturalidad y discreción nos seduce y transporta al paisaje poético de la canción, pese a lo prosaico de la puesta en escena. 

1- En los tiempos de Lope se denominaban "Tonos humanos" las obras cantadas en lengua romance de tema profano, por oposición a los "Tonos divinos", de tema sacro.


Entre dos álamos verdes
que forman juntos un arco
por no despertar las aves
pasaba callando el Tajo.

Juntar los troncos querían
los enamorados brazos;
pero  el envidioso río
no deja llegar los ramos.

Juntaréis vuestras ramas,
álamos altos,
en menguando las aguas
del claro Tajo;

pero si hay desdichas
que vencen los años
crecerán con los tiempos
penas y agravios.

Aunque las corrientes,
mientras que duran,
las soberbias puentes
no están seguras,

a pesar de su furia
podréis juntaros
en menguando las aguas
del claro Tajo.